Un músico de características excepcionales

Sara Pacheco / @SYPU

 

Una palabra puede definir a Kevin Sánchez Agüero: sonrisa. Es lo que regala cuando llega, conversa y se retira de un lugar. Tiene solo 14 años y forma parte del núcleo Las Brisas del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, ubicado en la parroquia Miguel Peña, al sur de Valencia.

 

Unos 850 niños forman parte de este espacio, donde la música se convirtió en pasión. Cada historia es sinónimo de lucha, cada historia es importante. Un libro sería espacio limitado para contar cómo sobreviven los acordes y las notas en este rincón del sur. Del trabajo de los profesores, el esfuerzo de los padres y representantes y las ganas de los niños. Esta vez nuestro protagonista será Kevin.

fotografia Saúl Zerpa
Fotografía: Saúl Zerpa

Él sufre de microftalmia en el lado derecho y anoftalmia en el izquierdo. Es decir, no hay globo ocular a la izquierda, y uno del tamaño de un grano de arroz al otro extremo, actualmente utiliza prótesis para evitar deformaciones, especialmente por estar en etapa de crecimiento. Desde que nació es ciego.

 

Kevin ama la música, tiene al menos cinco años en el sistema. Anteriormente recibió clases en el Tecnológico de Música de Valencia y en la escuela Sebastián Echeverría Lozano. Pero por cuestiones de horario y distancia de los institutos con su casa se retiró. Pero en ambos sitios a su madre, Yina Agüero, le dijeron que tenía oído de maestro.

 

“Cuando Kevin nació fue un golpe duro, porque me costó acostumbrarme a una persona que necesitaba más cuidados de lo normal. Pero ¿sabes? con el tiempo me dí cuenta de lo bendecida que fui”, explicó orgullosa. Contó que cuando tenía dos años le compró unas maracas. “Kevin las tocaba con los pies, no lo podía creer”, exclamó entre risas. “Mi papá es de Barquisimeto, y toca de todo, así que pensé que unos genes se habían colado por ahí. Él generaba sonidos con todo. Con eso que cuando no hay un sentido lo demás se desarrollan, puse atención”.

 

Músico, químico o dueño de concesionario

 

Comenzó a las ocho años con la flauta dulce. Luego pasó al trombón. Actualmente cursa cuarto año, con buenas calificaciones, asegura con vehemencia. Pero quiere tener una carrera.

 

-“Muchos me han dicho que estudie administración y comercio”.

-”¿Pero te gusta?”

-”Realmente quiero tener un concesionario. Se va a llamar Sánchez Motors. También me gusta la química, quiero estudiar ingeniería química”.

 

Le gusta compartir con sus amigos mientras toca. Inexplicable es la palabra que salta de su boca para definir la música, pero definitivamente disfruta los conciertos. El último que recuerda, en el bazar navideño de San Diego del año pasado. “Había mucha gente, la tarima era grande, me gustó porque tocamos para bastante gente”. Su canción favorita es Marcha Eslava, aunque admitió ser fanático de la salsa. Algo que no oculta, pues en cualquier momento libre se le escapa la estrofa de una canción de Maelo Ruíz, por ejemplo.

Fotografía: Saúl Zerpa
Fotografía: Saúl Zerpa

 

Los días para Kevin inician temprano. Se levanta, se asea y su madre lo lleva al liceo. Luego se dirige al núcleo a recibir las lecciones, al salir visita a su abuela, luego hacer las tareas y a dormir. Los sábados pasa casi toda la mañana en el espacio Las Brisas. Los domingos son de tareas y descanso.

 

Yina: la heroína

 

Kevin no conoce filtros para la sinceridad de sus palabras. Lo que dice es porque lo piensa y lo siente. Sin más ni menos, lo que muestra es puro y real. Hablar de su madre -a quien llama por su primer nombre-  y del apoyo que ha sido siempre, le es fácil. “Yina es mi heroína. Después de Dios, es la principal columna que me apoya en todo. Nunca me ha cohibido. Siempre me ha dejado probar y si algo falla, ella me ayuda hasta que lo pueda lograr”.

 

Con firmeza Yina Agüero admitió que los primeros momentos del nacimiento de su único hijo fueron difíciles. Su embarazo fue normal, a la media hora de nacer, le dijeron su condición médica. Le aseguraron que con una simple cirugía todo cambiaría. Pero no fue así.

 

“Lo tuve un sábado. El martes lo llevé a la clínica para que le hicieran estudios y me lo confirmaron. Me dijeron que ni en China habría un diagnóstico distinto”. Desde ese momento asumió toda responsabilidad. Aseguró que a veces es dura con las enseñanzas, porque quiere que sea independiente cuando crezca. Y lo demuestra.

Fotografía: Saúl Zerpa
Fotografía: Saúl Zerpa

 

Kevin Sánchez arregla su cuarto. Dobla su ropa. Camina por su casa sin ayuda. Le gusta jugar videojuegos, de tanto hacerlo en una oportunidad quemó un Nintendo junto a una prima. Y cada una de sus partituras las conoce de memoria. “Mientras esté seré su guía. Bastón y ojos”, detalló.

 

Los tres chiflados tocando El Zorro

 

Junto a Erick Rodríguez y Oswaldo Rivero, sus compañeros de instrumento, practicaba Kevin dentro del auditorio del núcleo. Entre las lecciones clásicas, se pasean en los descansos por algunas canciones conocidas. Las bandas sonoras de Indiana Jones, El Zorro y una que otra canción de salsa hacían reír a los tres niños, que a su modo, les regalan a sus familias y al país, un futuro esperanzador.

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